La conciencia secreta de Enrique IV, una nueva fidelidad

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La abjuración del protestantismo y consecuente conversión al catolicismo de Enrique de Navarra, desde su coronación Enrique IV, supuso un paso decisivo en el camino de la paz lograda con este mismo rey al decretar el Edicto de Nantes de 1598.

Sin embargo, el pueblo sospechaba de la conversión y de su sinceridad. Al fin y al cabo, los precedentes protestantes de este rey y el hecho de que llegase al trono supuso una revolución en el pensamiento jurídico-político en la mayoría de las mentes al haber, como ha expuesto algún autor, emplazado en términos políticos la filosofía de Montaigne84. Como sostiene Wolfe, el debate acerca de la conciencia del rey redefinió las ideas sobre Dios, la Iglesia, el propio rey y los estamentos del reino85. A pesar de ello, resultaba de crucial importancia no extender la discusión y el replanteamiento de la cues-tión hasta el pueblo llano ya que la paz continuaba, en el momento en que se publican estos textos, siendo el objetivo crucial. De ahí que la discusión se zanjase dando por bueno el hecho de que si Enrique IV era rey, lo era por voluntad clara de Dios quien allí lo había situado. Su llegada fue obra de la providencia divina y, como tal, debía ser respetada como se lee en los textos. Este dato particular era común en los planteamientos del Derecho Divino de los Reyes, de los protes-

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tantes y de los ultra católicos tratando de cerrar así los espacios a la divergencia política por parte del pueblo.

Pero las élites sabían que el discurso era mucho más complejo y que, de todas formas, había que asumir el hecho de desconocer real-mente la sinceridad de la conversión del rey. Comenta Wolfe que este factor fue decisivo para la posterior evolución del absolutismo puesto que la conciencia del rey y, por tanto su relación con Dios, quedaba vetada al acceso público86. Se ponía así el acento en la obediencia incuestionada que el súbdito le debía al rey por el mero hecho de serlo, así como la presunción de justicia de todos los actos reales, de entonces en adelante. La común conciencia del pueblo, de la religión, ya no acaparaba la conciencia del rey. La lectura del orden del mundo, basada hasta entonces en una común conciencia y percepción se rompe. La conciencia del rey se situaba por encima, en una relación especial y privilegiada con Dios. La religión real se había asentado y había encontrado acomodo bajo...

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