Colaboración tripartita, diálogo social y desarrollo nacional

Published date01 December 2004
AuthorTayo FASHOYIN
DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-913X.2004.tb00346.x
Date01 December 2004
Revista Internacional del Trabajo,
vol. 123 (2004), núm. 4
Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2004
Colaboración tripartita, diálogo social
y desarrollo nacional
Tayo FASHOYIN
*
n los últimos tiempos se viene prestando mucha atención a las posi-
E
bilidades que brinda el diálogo para tratar ciertos problemas
sociales graves. La opinión de que el diálogo, independientemente de
cómo se entienda, puede ayudar a solventar las dificultades más acucian-
tes con que se enfrenta la humanidad parece haberse extendido en todo
el mundo
1
. En el debate sobre el impacto de la globalización y sobre la
distribución de los costos y los beneficios del cambio económico global,
el diálogo tiene un papel fundamental que desempeñar tanto en la esfera
nacional como en la internacional, papel que consiste en poner de relieve
los efectos sociales de la globalización y los medios para afrontarlos de
manera conjunta. Asimismo, muchos investigadores han adoptado un
planteamiento en el que el tripartismo se presenta como un método para
conciliar los intereses de las distintas partes, en virtud del cual el Estado
cede parte de su autoridad a las organizaciones representativas legal-
mente reconocidas de empleadores y de trabajadores. El objetivo que se
persigue es ensamblar los intereses de éstas dentro del sistema de fijación
de las políticas estatales
2
. Este marco analítico sirve para aclarar la fun-
ción del tripartismo en tanto que procedimiento de adopción de de-
cisiones, a través del cual se permite o se alienta a los interlocutores
sociales
3
a expresar sus opiniones y a participar en el diálogo social con
1
2
* Departamento de Diálogo Social, Legislación y Administración del Trabajo de la OIT.
1
En los medios de comunicación y en las publicaciones dedicadas a este tema se hace hin-
capié en el papel que desempeña el diálogo social en la solución de los conflictos políticos que se
viven en los países y comunidades en discordia, ya que ayuda a corregir las desigualdades de dis-
tintos orígenes y a resolver los problemas sociales.
2
Los estudios dedicados a este tema son numerosos. Las opiniones relativas a este con-
cepto están bien reseñadas en Schmitter y Lehmbruch (1979) y en Juris, Thompson y Daniels
(1985).
3
Entendemos por «interlocutores sociales» o «copartícipes sociales» las organizaciones de
trabajadores y de empleadores. Los términos «interlocutores» y «copartícipes» designan los agen-
tes que intervienen en una relación tripartita, incluido el gobierno.
3
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miras a formular y llevar a la práctica medidas económicas generales y
específicas.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha desempeña-
do una función capital en la promoción del tripartismo y del diálogo so-
cial, ya que ha practicado y defendido la colaboración tripartita como
la mejor forma de conciliar las posturas encontradas en materia de po-
lítica laboral y de empleo
4
. En los últimos tiempos, el diálogo social ha
cobrado importancia gracias al Programa de Trabajo Decente de la
OIT
5
. Tras convertir el diálogo social en uno de sus «pilares estratégi-
cos», la OIT considera:
[que] se consigue la solución óptima por medio del diálogo social, en sus múltiples
formas y niveles, desde la cooperación y las consultas tripartitas nacionales hasta
la negociación colectiva en la propia empresa. Con el diálogo, los interlocutores
sociales pueden fortalecer, además, una gobernación democrática, al crear unas
instituciones de mercado de trabajo vigorosas y flexibles que contribuyan a una
paz y una estabilidad social y económica duraderas (OIT, 1999a, pág. 45).
Durante los últimos años, la OIT ha puesto claramente de relieve,
mediante su labor en esta esfera, el enorme potencial que encierran los
mecanismos de participación para superar las dificultades que surgen
en el ámbito de la política económica y social.
Ya ha quedado documentado que el uso de los sistemas de consulta
para trazar la política económica y social cobra un gran impulso en las cri-
sis económicas graves, como ocurrió durante la depresión que sufrió
Europa occidental en los años treinta (Trebilcock, 1994). Como se puso
de manifiesto hace algunos años en Irlanda, el diálogo social contribuye a
la transformación de la economía, posibilitando que ésta salga a flote y
crezca de forma sostenida (Roche, 1992, págs. 323 y 324). Es evidente
que, en períodos de agitación económica, el diálogo social puede coadyu-
var al logro de un amplio consenso en asuntos fundamentales como la
moderación salarial, la estabilidad de las relaciones laborales, la colabo-
ración entre trabajadores y empleadores y el compromiso de mejorar la
productividad. El diálogo social también es un mecanismo valioso en las
épocas de prosperidad. Volviendo a la experiencia irlandesa, en un estu-
4
El planteamiento de la cooperación tripartita y el diálogo social que hace la OIT se ha
plasmado en varios instrumentos internacionales, a saber: el Convenio sobre la consulta tripartita
(normas internacionales del trabajo), 1976 (núm. 144), la Recomendación sobre la consulta tripar-
tita (actividades de la Organización Internacional del Trabajo), 1976 (núm. 152), y la anterior
Recomendación sobre la consulta (ramas de actividad económica y ámbito nacional), 1960
(núm. 113). En fecha reciente, 2002, la Organización adoptó la «Resolución relativa al tripartismo
y el diálogo social», que respalda el fomento de dicho mecanismo en los Estados Miembros (OIT,
2002). Entre las demás fuentes cabe mencionar algunas publicaciones de la OIT, como Trebilcock
(1994) y OIT (1996).
5
En los últimos años, la OIT ha redefinido su mandato en torno a cuatro objetivos estraté-
gicos, a saber: los derechos fundamentales en el trabajo, las oportunidades de empleo, la protec-
ción social y el diálogo social. Todos estos objetivos representan diversos aspectos del concepto de
«trabajo decente» (véase OIT, 1999a, y Somavia, 2001).
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dio reciente se afirma que todos los partidos políticos de dicho país consi-
deran unánimemente que el sistema de asociación social, que comenzó en
1987 con el Programa de Recuperación Nacional, es la clave del éxito que
cosecha la economía irlandesa desde hace algunos años (Wallace y Clif-
ford, 1998, pág. 28; véase también Auer, 2002, págs. 58-74). Lo aconteci-
do en los países en desarrollo respalda ambas opiniones, pues varios de
ellos han instituido el diálogo social o lo han revitalizado para afrontar al-
gunos problemas económicos y sociales difíciles.
No obstante, sería engañoso e incluso erróneo decir que los meca-
nismos de consulta sólo son útiles en períodos de crisis económica o que
sólo resurgen durante dichas crisis, pues existen antecedentes de las ini-
ciativas actuales y muchos de ellos no tuvieron nada que ver con las cri-
sis. En los países en desarrollo han existido órganos asesores tripartitos
sobre cuestiones laborales desde el período colonial, lo que supone un
claro reconocimiento del importante papel que desempeñan los inter-
locutores sociales en las economías emergentes. Como se indica en di-
versos estudios (por ejemplo, en Clegg, 1963), aunque fuesen estructu-
ralmente insuficientes, estos procesos y órganos promovieron sistemas
integradores de empleo y de mercado de trabajo mediante los cuales los
empleadores y los trabajadores pudieron colaborar en el desarrollo na-
cional. Sin embargo, es evidente que muchos países en desarrollo se
han valido de los mecanismos de consulta de modo más resuelto e in-
tenso durante los períodos de crisis económica.
En este artículo pasaremos revista a las investigaciones recientes
de la OIT sobre colaboración tripartita y diálogo social, haciendo hin-
capié en el cometido cada vez más importante que desempeña el diálo-
go social como método para ayudar a los países a afrontar algunos pro-
blemas sociales y económicos primordiales de la época actual de
reforma económica y globalización. La influencia que ejercen las insti-
tuciones del mercado de trabajo en el desarrollo económico ha queda-
do ya demostrada (Papola y Rodgers, 1992, y Auer, 2001). Debido a su
orientación, a su labor y a su representatividad, las organizaciones de
trabajadores y de empleadores son agentes clave de la transformación
política, social y económica de su país respectivo y, por tanto, del desa-
rrollo nacional. Contribuyen de manera significativa a la mejora de los
salarios y de las condiciones de trabajo, lo cual es necesario para el au-
mento de la productividad y del consumo y para garantizar la estabili-
dad de las relaciones laborales. El capital social, que incluye la seguri-
dad social y las relaciones laborales estables, es un medio para elevar la
productividad y lograr un desarrollo dinámico y sostenido. Por tanto, el
tripartismo y la seguridad social favorecen la estabilidad política, social
y económica del país, así como la equidad y la democracia nacionales.
La principal tesis que defendemos en este artículo es que el diálo-
go social impulsa el desarrollo nacional porque promueve la paz social
y posibilita que los agentes principales deliberen conjuntamente acerca

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