La colaboracion euro-mediterranea: de la asociacion a la union.

AuthorBiancheri, Boris
PositionOpini

¿Cómo se define el Mediterráneo? No es una unidad étnica, no es una unidad lingüística, religiosa, política o histórica; ciertamente es un espacio geográfico, pero cabe preguntarse si puede considerarse una unidad geográfica. Cuando la Unión Europea (UE) formuló su política mediterránea, a mediados de los años noventa, optó por una definición geográfica que comprendía los países de la UE y los países ribereños de África del Norte y del Cercano Oriente y excluía los Balcanes, y se refirió a la Asociación Euro-mediterránea (AEM). Sin embargo, desde el punto de vista geopolítico y estratégico, el Mediterráneo va más allá de su simple definición geográfica e incluye zonas mediterráneas situadas > --el Golfo, el Mar Negro, el propio Caspio-- que influyen en su estabilidad y dinamismo.

Una de las principales consecuencias de la evolución geopolítica es justamente el aumento de la importancia del Golfo en la región mediterránea. En el plano político, la guerra de Iraq dio lugar a que desde el Golfo se difundieran en la región factores de conflicto tanto nuevos como preexistentes (étnicos, sectarios y otros). En el plano económico se suman a estos los efectos positivos del crecimiento ocasionados principalmente por el alza de precios del petróleo, que entre 2000 y 2007 hizo elevarse más de una vez y media el PIB de las monarquías del Golfo.

En este contexto, pareciera que una definición estrictamente geográfica como la privilegiada por Europa ya no es del todo adecuada. No resulta por lo tanto sorprendente que en los últimos años en el lenguaje europeo se haya hablado de un > y que en Washington se refieran al greater Middle East. En la cumbre del G8 realizada en junio de 2004 europeos y americanos acordaron utilizar la expresión broader Middle East and North Africa, sin precisarla bien. A las transformaciones lingüísticas correspondió poner en marcha iniciativas nuevas tanto europeas (la strategic partnership con el Mediterráneo y el Medio Oriente, aprobada por el Consejo Europeo en junio de 2004), estadounidenses (como la Middle East free trade area) y compartidas, como la Partnership for Progress anda Common Future with the Region of the Broader Middle East and North A frica y el Plan of Support for Reform, aprobados por el G8. Sin embargo, no todas ellas han conducido a acciones concretas, quedando en su mayoría a nivel declaratorio.

Más recientemente, la Unión Europea ha dado impulso a la cooperación euro-mediterránea mediante la iniciativa >. Si bien esta iniciativa, que se lanzó en la cumbre de París del 13 de julio de 2008, se apartó de la idea original del Presidente francés Sarkozy (que la promovió durante su campaña presidencial en 2007), tiene el mérito de haber vuelto a centrar la atención europea en el Mediterráneo y de ofrecer importantes oportunidades de cooperación y perspectivas de integración entre ambas riberas.

LA POLÍTICA DE LA UNIÓN EUROPEA EN EL MEDITERRÁNEO

La importancia de una política mediterránea eficaz para la Unión Europea fue destacada ya en 1992, y en especial en las conclusiones de las reuniones del Consejo Europeo realizadas en Lisboa (1992), Corfú (1994) y Essen (1995). Dieron fuerte impulso en esa dirección los Estados miembros mediterráneos (Francia, Italia y España) que en la fase de elaboración y de inicio del proceso de Barcelona ejercieron la presidencia de la UE. Cuando se formulaba una política para su periferia oriental, los países de Europa mediterránea hacían hincapié en la importancia de la periferia meridional, con lo cual ponían de manifiesto que el dinamismo de la cuenca del Mediterráneo no afectaba solamente a los países ribereños, sino a toda la Unión. Además, los países mediterráneos europeos querían recuperar el equilibrio de la actividad externa de la UE que hasta entonces se inclinaba en favor de Europa centro-oriental.

Con la conferencia de Barcelona, de noviembre de 1995, la Unión Europea dio un giro a la política mediterránea aplicada hasta entonces. La novedad de la AEM es que junto con el mecanismo tradicional de acuerdos bilaterales introdujo un marco de diálogo y cooperación multilateral entre los países de la UE y sus asociados mediterráneos. La vinculación global, estructurada en torno a tres elementos --político y de seguridad, económico, social y cultural-- de acuerdo con el modelo de la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa (CSCE), de Helsinki (1975), pareció ser el enfoque más adecuado para hacer frente a la pluralidad y heterogeneidad de los problemas surgidos en el escenario regional de modo que en 2010 existieran en el Mediterráneo un > y un área de libre comercio.

En la política de la Unión Europea hacia los países mediterráneos, la Asociación euro-mediterránea ciertamente ha representado un importante paso adelante y ha pretendido crear un >, de alguna manera > una región en una zona donde muchas veces han prevalecido la conflictividad o al menos la división sobre los factores de integración. Sin embargo, los resultados obtenidos han sido modestos, pese a las ambiciones iniciales y al aumento del aporte financiero europeo, que de todas formas es bastante inferior a la ayuda directa que se otorga a los países de Europa centro-oriental. En las relaciones norte-sur la asimetría entre los asociados llega a tales niveles que en gran medida torna retórico hablar de asociación: la gestión de la AEM ha consistido en gran medida en que los países mediterráneos han aceptado (a veces en forma renuente) las decisiones y objetivos fijados por la UE, con lo cual los países mediterráneos poco pueden invocar ownership de ella. En las relaciones sur-sur los intentos de integración económica e incluso los de integración política han dado pocos resultados.

Ni siquiera se ha logrado avanzar con rapidez en el mecanismo central de la Asociación Euro-mediterránea, el libre comercio. En cuanto a las relaciones norte-sur, la constitución de la red de acuerdos de asociación entre la Unión Europea y los distintos países mediterráneos previstos por la AEM ha sido muy lenta: el acuerdo con Siria solo se suscribió en octubre de 2004 y aún no entra en vigor, mientras que el acuerdo con Argelia --firmado en 2002-- solo entró en vigencia en 2005. Por lo tanto, la zona euro-mediterránea de libre comercio --que de acuerdo con los objetivos fijados en 1995 debía comenzar a regir en 2010-- se hará efectiva con muchos años de retraso. En este marco la única excepción es Túnez, que desde el 10 de enero de 2008 se incorporó a la zona de libre comercio de productos industriales con la UE (la liberalización de los productos agrícolas y de los servicios será objeto de una etapa posterior de negociación).

En lo que se refiere a las relaciones sur-sur, para completar el área de libre comercio euro-mediterránea queda aún por suscribir acuerdos de libre comercio entre los socios mediterráneos, con excepción del acuerdo de Agadir --firmado en 2004 y cuya eficacia queda por verse-- y de algunos acuerdos bilaterales suscritos principalmente por Marruecos y Turquía. El primero de los mencionados --del que forman parte Egipto, Jordania, Marruecos y Túnez-- ofrece posibilidades no despreciables, ya que sus signatarios son los países árabes del Mediterráneo que más han avanzado en materia de liberación económica. Sin embargo, cabe señalar que se trata de cuatro Estados que no comparten fronteras, hecho que ciertamente no facilita la creación de un área de libre comercio. Las relaciones comerciales sur-sur se mantienen por lo tanto en niveles muy reducidos y tanto las corrientes de mercancías como las de servicios conservan una orientación norte-sur.

Si bien es cierto que en el ámbito económico se han logrado algunos avances, la cooperación política y de seguridad dentro del ámbito de la AEM ha resultado más difícil de lograr, ya que la mayoría de las propuestas no ha pasado del nivel de proyectos. Los mecanismos previstos, tales como la adopción a corto plazo de confidence building measures (CBM) y a largo plazo la adopción e implementación de una Carta euro-mediterránea para la paz y la estabilidad no han resultado ser adecuados o bien se han puesto en práctica en una mínima parte.

De las CBM aprobadas en la Conferencia Ministerial de Malta (1997) solo se han hecho efectivas la organización de seminarios para diplomáticos y la constitución de la red Euromesco de institutos de política exterior, lo que revela lo difícil que resulta lograr que los asociados se pongan de acuerdo. Tanto la Red para la prevención y la gestión de los desastres...

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