El ciclo político-económico en Estados Unidos (1991-2004). De la nueva economía de Clinton a la economía de guerra de Bush *.

AuthorGarc

El mandato de Bush está mediatizado, sin duda, por el 11-S. El atentado terrorista removió no sólo los cimientos de la seguridad interna y del papel geoestratégico de la potencia americana, sino que obliga a los gestores político-económicos a una dura prueba de credibilidad, solvencia y efectividad. Con las Torres Gemelas se hundió, también, una forma de gestión de la prosperidad aparente de la Nueva Economía. El equipo republicano de Bush presentó una oferta económica electoral de fuerte contenido neoliberal contraponiendo a las veleidades reguladoras de la administración de Clinton un paquete liberalizador, al servicio de los grandes intereses corporativos e industriales, con el que los republicanos pretendían pasar página a la época de Clinton con un avance significativo del cuadro macroeconómico. El 11-S produjo, en cambio, la resurrección de J. M. Keynes hasta el punto que la siempre alerta Reserva Federal y su vigía Greespan desempolvaron el manual keynesiano de acción inmediata: máquina de dólares en pleno funcionamiento, oferta monetaria expansiva, financiación de inversión pública y privada sin coste, flexibilidad normativa, apoyo de las oficinas gubernamentales a todo tipo de actividad que requiera estímulo (económico, legal, de asesoría. logístico, de infraestructuras, etc.). En esta segunda parte del artículo se resumen las consideraciones que explican la mutación de la gestión política-económica de Bush, desde el componente neoliberal del programa del 2000 a la práctica intervencionista para superar la fuerte recesión tras el 11-S.

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LA POLÍTICA DEL GOBIERNO DE GEORGE BUSH

George W. Bush es el 43 presidente de los Estados Unidos. Asumió el cargo el 20 de enero de 2001, después de una campaña que planteó propuestas de gran envergadura para reformar las escuelas públicas del país, transformar la defensa nacional, recortar los impuestos, modernizar el seguro social y el Medicare y fomentar la colaboración entre el gobierno y las organizaciones comunitarias.

Desde que asumió su cargo, el presidente Bush ha tenido destacadas iniciativas para mejorar las escuelas públicas mediante la aplicación de estándares más altos, la exigencia de rendición de cuentas y aumento del control local.

Ha aplicado rebajas tributarias que dieron lugar a la devolución de impuestos pagados y a la aplicación de tasas impositivas más bajas para todos los contribuyentes que pagan impuesto a la renta. Ha aumentado las remuneraciones y las prestaciones de los miembros de las fuerzas armadas y actualmente se dedica a proteger y fortalecer el seguro social y el Medicare. También se ha comprometido a iniciar una nueva era de responsabilidad y ha hecho un llamamiento a que todos los estadounidenses sean ciudadanos y no espectadores.

Los ataques del 11-S, cambiaron a los Estados Unidos. El presidente Bush declaró la guerra al terrorismo y la fijó como prioridad de su administración, junto con la promoción de las libertades humanas.

En mayo de 2003 el presidente Bush promulgó una ley de empleos y crecimiento que constituye una victoria para los trabajadores, las familias, los inversionistas, los empresarios y las pequeñas empresas. La ley permitirá que el pueblo estadounidense conserve una proporción mayor de su dinero y cuanto más dinero tenga la gente en el bolsillo, mayores serán las probabilidades de que la gente que busca trabajo pueda encontrarlo.

De acuerdo con la misma ley en 2003, 91 millones de contribuyentes recibieron una rebaja tributaria ascendente a 1.126 dólares.

* Los impuestos de 68 millones de mujeres bajarán en promedio 1.338 dólares.

* 45 millones de parejas casadas se beneficiarán con recortes tributarios de 1.786 dólares.

* 34 millones de familias con hijos recibirán una rebaja tributaria promedio de 1.549 dólares.

* 6 millones de mujeres solteras con hijos recibirán un recorte tributario promedio de 558 dólares.

* 12 millones de contribuyentes mayores recibirán un recorte tributario promedio de 1.401 dólares.

* 23 millones de dueños de pequeñas empresas recibirán un recorte tributario promedio de 2.209 dólares.

* La ley eliminará totalmente la carga de los impuestos a la renta para 3 millones de personas y familias.

El presidente confiaba en que esta ley estimularía el crecimiento de la economía y la creación de puestos de trabajo. Expresó que no estaría satisfecho hasta que cada estadounidense en busca de trabajo pudiera encontrarlo.

El presidente Bush ha aplicado la misma estrategia de sentido común y espíritu bipartito que utilizó cuando era gobernador de Tejas. Ha propuesto iniciativas audaces para garantizar la prosperidad del país. También ha propuesto mejorar las escuelas públicas, robustecer la autoridad local e insistir en la obligación de rendir cuentas, a reducir los impuestos pagados en especial los que gravan a las personas que se encuentran al borde de la pobreza, a fortalecer las fuerzas armadas mejorando sus remuneraciones, resguardar y consolidar el servicio social y el Medicare y proporcionar más alternativas a los ancianos.

LA POLÍTICA INTERNA

Bush comenzó a aplicar su programa electoral nada más tomar posesión del mando, con una contundencia que no dejaba lugar a dudas sobre su plataforma derechista. De entrada, inició los procesos de suspensión de las últimas disposiciones de su predecesor en los terrenos social y ambiental, como la preservación de la explotación económica de 23 millones de hectáreas de bosques, la venta en farmacias de la píldora abortiva RU-486 con cargo al dinero público (excepto en los casos de violación o riesgo grave para la madre), o las directrices sobre el programa Medicare de asistencia sanitaria a la tercera edad.

A ello se le sumó un plan, aprobado por la cámara de representantes, para abrir la reserva natural ártica de Alaska a las prospecciones petroleras, y el retiro de fondos de las organizaciones internacionales que incluyen el aborto entre las fórmulas de planificación familiar. Además, Bush ordenó desmantelar el directorio de la oficina nacional del SIDA, que se encargaba de la cooperación internacional en el combate contra la pandemia.

En lo económico, Bush asumió la presidencia cuando parecía que ya no daba más de sí la dilatada fase, presuntamente indefinida, de crecimiento sostenido, luego de estallar la burbuja de los nuevos valores tecnológicos en los mercados bursátiles e incluso cundía la amenaza de recesión (el cuarto trimestre del 2001 registró una tasa positiva de sólo 1,1% y en enero el paro volvió a remontar tras marcar la cota históricamente baja del 4%). En febrero de ese año Bush presentó al Congreso su plan de reactivación económica que incluía el proyecto de recorte de impuestos más ambicioso desde la era Reagan: de 1,6 mil millones de dólares en los 10 años siguientes, período en el que, de paso, se pagaría un tercio de la deuda nacional. Echando mano al superávit presupuestario, el gobierno contemplaba un crecimiento total del gasto del 4%, con incremento significativo tanto en la defensa como en la educación y en la protección social. Los congresistas juzgaron demasiado arriesgado este paquete y el 26 de mayo del 2001 el Senado concedió a Bush un recorte impositivo por valor de 1,35 mil millones de dólares, lo que se ajustaba mejor a la promesa electoral. El visto bueno del legislativo constituyó un importante éxito del flamante presidente y, además, vino después de conocerse que en el primer trimestre del año la economía había crecido 2%, recuperación apreciable que brindó argumentos a quienes habían insistido en que la desaceleración de la segunda mitad de 2001 era sólo un sobresalto pasajero.

El 17 de mayo Bush presentó el plan gubernamental para hacer frente a la fuerte demanda de energía que, en vez de incidir en el ahorro del consumo y el desarrollo de fuentes de energía alternativas y con menor impacto en el medio ambiente, se basaba justamente en el aumento de la oferta. Todas estas decisiones y enfoques de la administración Bush parecían destinadas a satisfacer los intereses de la derecha religiosa y de las grandes empresas industriales, en especial las dedicadas a la extracción de materias primas y muy especialmente las firmas petroleras. Pero esta prelación estratégica del petróleo y de las energías fósiles influiría también muy poderosamente en la acción internacional de los Estados Unidos.

Sin ir más lejos, el 28 de marzo, Bush develó a través de su portavoz que rechazaba los compromisos del Protocolo de Kyoto de diciembre de 1997 sobre el cambio climático, que impone a los países industrializados una reducción media del 5,2% de los seis gases más responsables del efecto invernadero entre 2008 y 2012. Aportando sólo el 5% de la población mundial, Estados Unidos emite no obstante el 25% de los gases contaminantes. La Casa Blanca justificó su negativa a ratificar el Protocolo, que para entrar en vigor requería al menos de 55 signatarios. Como argumentación, se adujo que Kyoto no comprometía a los países en vías de desarrollo, incluidas la superpoblada China e India y además que no había suficiente evidencia científica del calentamiento global del planeta por las emisiones excesivas de anhídrido carbónico y otros gases nocivos.

DESMARQUES EN POLÍTICA EXTERIOR

La actitud contraria al Protocolo de Kyoto, lejos de ser excepcional, prologó lo que sería una pauta sistemática, ya que Bush tampoco tardó en concretar varios otros puntos de la campaña electoral en lo tocante a la defensa y la política internacional. El 9 de febrero anunció una revisión histórica de la doctrina de defensa estratégica de Estados Unidos ligada a tres grandes actuaciones. En primer lugar, la reducción sustancial del arsenal de armas nucleares de largo alcance, mejor si se hacía coordinadamente con Rusia, pero en caso necesario recurriendo a recortes unilaterales.

Simultáneamente, se procedería a la modernización tecnológica de las fuerzas convencionales para la potenciación de todas las capacidades militares que no requieren la...

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