Chile y las elecciones peruanas de 2006.

AuthorGarc

Este artículo estudia las elecciones presidenciales y parlamentarias peruanas realizadas entre abril y junio de 2006 y tiene dos objetivos centrales. El primero es describir y analizar el contexto en que ellas se realizaron y los factores que explican la victoria de Alan García, así como el resultado de la elección parlamentaria. El segundo es explorar cómo abordaron los tres candidatos principales (Lourdes Flores, Alan García y Ollanta Humala) el tema de la relación Chile-Perú. Además, se aborda el tema de las consecuencias que la victoria de García podría tener para el futuro de las relaciones entre ambos países.

El artículo se estructura de la siguiente manera. Primero, se describe el contexto político y económico en que se realizaron las elecciones y las principales características del sistema electoral. En segundo lugar, se analiza la campaña electoral presidencial, estudiándose especialmente cómo el tema de Chile estuvo presente en ella. En tercer lugar, se explican los resultados electorales de la primera vuelta presidencial y las elecciones parlamentarias. Luego, se analizan la campaña y los resultados de la segunda vuelta electoral y finalmente, se presentan las conclusiones, las que se centran de manera especial en los efectos que el resultado de las elecciones puede tener para el futuro de las relaciones entre Chile y Perú.

  1. EL CONTEXTO DE LA ELECCIÓN: EL INESTABLE SISTEMA DE PARTIDOS, LA DEBILIDAD POLÍTICA DE TOLEDO Y LA FAVORABLE EVOLUCIÓN ECONÓMICA

    La evolución política de Perú en lo que va corrido de este siglo ha sido particularmente difícil. Tras la caída del régimen > (1), la presidencia quedó en manos de Valentín Paniagua, quien convocó a nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias, las que se realizaron en abril de 2001. El resultado fue la elección como presidente de Alejandro Toledo, quien por tercera vez competía por el cargo (2), y que derrotó en la segunda vuelta al ex presidente Alan García (1985-1990), miembro del partido Alianza para la Revolución Americana (APRA).

    La presidencia de Toledo estuvo marcada por una serie de dificultades, algunas vinculadas con las características del sistema político peruano, y otras con su gestión particular.

    Las primeras dicen relación con una característica central del sistema político peruano: la carencia de partidos políticos estables y cohesionados, y por extensión, de un sistema de partidos (3). En efecto, como sintetiza Tanaka, en el Perú de inicios del siglo XXI >. (4) Así, los partidos no están firmemente asentados en el país, funcionando básicamente en elecciones o en coyunturas puntuales (5). La única excepción destacable sería el APRA, que sí es un partido con estructura nacional y con fuertes vínculos con diversos actores sociales.

    Este punto es de gran importancia, pues contribuye a explicar la > de los actores políticos y el respaldo que tienen en el electorado peruano. Ello, en términos de que en los últimos años hemos visto cómo candidatos que no tienen una estructura de apoyo sólida han logrado acceder a la presidencia, para que luego de su caída o término de mandato las fuerzas que los apoyan dejen de ser relevantes. Los ejemplos de Fujimori y Toledo y los partidos que estuvieron detrás de ellos son muy ilustrativos (6).

    En segundo lugar, la presidencia de Toledo careció de una base de apoyo estable y sólida. Toledo había ganado las elecciones con el apoyo de una organización política, Perú Posible (PP), que tenía una posición minoritaria en el Congreso y se había formado en 1999 para apoyar su postulación, teniendo así un carácter de partido muy personalista (7). A ello cabe agregar que la fragmentación parlamentaria era también bastante alta, existiendo otros 9 partidos representados en el Parlamento, que en su mayoría compartían con Perú Posible la característica de ser instituciones débiles y sin gran cohesión interna.

    En este contexto, en que su partido no le proporcionaba una base sólida para poder gobernar, Toledo se rodeó de un gabinete que además de partidarios, incorporara a personas de perfil técnico, con poca experiencia en la política peruana reciente y que no habían participado en el diseño programático del gobierno. Ello produjo fuertes conflictos con el partido, pues se rechazaba la presencia de > en el gobierno (que además impulsaban políticas no populistas), a la vez que se propugnaba la implementación de políticas populistas. Esta disputa se prolongó durante buena parte de la gestión de Toledo. De esta manera, el Gobierno estuvo marcado al principio por una suerte de parálisis que le impidió reforzar su base de apoyo y dar respuesta rápida a las enormes demandas de la sociedad peruana, que el presidente había alimentado durante sus campañas de 2000 y 2001. Frente a esta situación, Toledo optó por jugar el rol de , inclinándose alternativamente por uno y otro bando, aun cuando en materia económica mantuvo cierta coherencia en apoyar un manejo serio de la economía (8). Esto, ciertamente, le fue perjudicial, especialmente porque contribuyó a generar una imagen de presidente irresoluto, sin autoridad y voluble.

    En este marco, la imagen pública de Toledo se deterioró rápidamente, bajando su nivel de aprobación de un 60% (y 16% de desaprobación) en agosto 2001, a tan solo el 7% a inicios de 2004 (y 90% de desaprobación). Solo hacia el final de su mandato se recuperó levemente, al alcanzar el 33% de aprobación, pese a que el nivel de desaprobación seguía en un nivel muy alto, situándose en 59% (9).

    En tercer lugar, destaca que no obstante la precaria situación política en que se desarrolló el gobierno de Toledo, el manejo de la política macroeconómica fue bastante aceptable y tuvo buenos resultados. Así se comprueba en el Cuadro 1, que muestra niveles relativamente altos de crecimiento (4% en promedio), una inflación controlada, la reducción de la deuda pública como porcentaje del Producto Interno Bruto, y un incremento de las exportaciones de 145% en cinco años.

    De esta manera, García tendrá a su favor recibir una economía en buen pie, por mucho que ciertamente enfrentará dificultades importantes. En efecto, como afirma Crabtree, uno de sus desafíos fundamentales será lograr que los beneficios del crecimiento lleguen efectivamente a los más pobres, con más éxito que su predecesor (10). Ello, por una parte, porque si bien durante el gobierno de Toledo la pobreza se redujo más de 3%, más de la mitad de la población sigue siendo pobre. En el mismo contexto, el nivel de desempleo sigue en tomo al 10%, cifra bastante alta y que además esconde el hecho de que más de la mitad de la fuerza de trabajo continúa trabajando en el denominado >, en el que las remuneraciones son bajas, los empleos inestables y no existe protección social (11). A esto cabe agregar que el problema de la pobreza es especialmente agudo en la zona andina, donde existe una peor valoración del funcionamiento del sistema democrático y donde los electores votaron masivamente por Ollanta Humala (ver el punto 6).

  2. EL SISTEMA ELECTORAL

    De acuerdo con el art. 111 de la Constitución peruana de 1993, el presidente y los dos vicepresidentes se eligen por votación directa. Resulta electo el candidato que obtiene la mayoría absoluta de los votos válidos, esto es, excluyendo los votos nulos y en blanco (ver también art. 14 de la Ley orgánica de Elecciones). Si ninguno de los candidatos obtiene esa mayoría tiene lugar una segunda vuelta electoral, en la cual compiten quienes hayan obtenido las dos más altas mayorías relatiras. Este sistema está vigente desde 1985, cuando sustituyó al sistema de pluralidad vigente hasta ese momento (12). La reelección presidencial inmediata no está permitida, conforme lo estableció la reforma del 2000 (art. 111)

    El Parlamento peruano es unicameral y se compone de 120 miembros. De acuerdo con lo establecido en 2001, para su elección se utiliza un sistema de representación proporcional de acuerdo a lo establecido el 2001. Así, conforme a la ley electoral, el país se divide en 25 distritos, el más grande de los cuales es Lima que elige 35 parlamentarios, mientras los demás eligen en promedio 3,5 (13). Para la determinación de los candidatos, se utiliza un sistema D'Hondt, con doble voto preferencial opcional (14). En Perú el voto es obligatorio, salvo para los mayores de 70 años (Art. 9, Ley Orgánica de Elecciones).

  3. LOS CANDIDATOS Y LAS CAMPAÑAS

    1. Los candidatos a la presidencia

      En la última elección presidencial participaron 20 candidatos, de los cuales solo tres tenían la posibilidad real de ganar la elección, o al menos de disputar una segunda vuelta. Ellos eran Ollanta Humala, Alan García y Lourdes Flores (15).

      Lourdes Flores es una abogada de 47 años que ya había participado en la elección presidencial de 2001, en la cual obtuvo el 24,3% de los votos, 15% menos que García, quien en definitiva disputó la segunda vuelta (16). Como en esa oportunidad, en 2006 Flores compitió como candidata de Unidad Nacional (UN), pacto formado por agrupaciones principalmente de derecha para participar en la elección de 2001. Entre los miembros de UN se contaban el antiguo Partido Popular Cristiano (PPC, al cual pertenece Flores), la Coordinadora Democrática (CODE), Renovación y Solidaridad Nacional. Este pacto ganó 17 escaños parlamentarios en las elecciones de 2001, si bien esa representación se redujo a 12 en los años siguientes debido a problemas internos de la coalición (17).

      Ollanta Humala es un ex militar de 43 años, proveniente de una familia de Ayacucho, liderada por su padre Isaac, quien es fundador de la doctrina nacionalista conocida como > (18). Humala se hizo conocido públicamente luego de liderar una rebelión militar en el sur peruano el 29 octubre de 2000, que tuvo como objetivo la salida del poder de Fujimori y el arresto de Vladimiro Montesinos. Luego del levantamiento fue encarcelado, pero más tarde amnistiado por el gobierno de Paniagua. Una vez en libertad hizo una maestría en ciencia política y fue...

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