La II cumbre Unión Europea-América Latina y el Caribe (Madrid, 17 y 18 de mayo de 2002). Luces y sombras del vínculo eurolatinoamericano

AuthorJosé Antonio Sanahuja
PositionProfesor de Relaciones Internacionales Universidad Complutense de Madrid
Pages181-190

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I Introducción

La celebración de la II Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno entre la Unión Europea y América Latina (Madrid,) ha sido un acontecimiento de indudable trascendencia para dar un nuevo impulso a las relaciones birregionales y, en concreto, para examinar el estado de la «Asociación Estratégica Birregional» propuesta en la I «Cumbre» (Río de Janeiro, junio de 1999), y verificar el cumplimiento de sus ambiciosos objetivos de defensa de la democracia y los derechos humanos, seguridad, desarrollo económico y social, y lucha contra la pobreza. Cuestiones cuya trascendencia han vuelto a recordar el agravamiento del conflicto en Colombia, el deterioro de los derechos humanos en Guatemala, las intentonas golpistas de Paraguay o Venezuela, los serios problemas económicos y sociales que han afectado a Argentina o Ecuador en los años 2001 y 2002, y en general la difícil situación que atraviesa el conjunto de América Latina y el Caribe. Page 182

II La dinámica de «cumbres» y la estrategia regionalista en las relaciones Unión Europea-América Latina y el Caribe (1994-1999)

Para valorar el alcance y resultados de la II Cumbre y el proyecto de «Asociación Estratégica» lanzada en Río en 1999, hay que recordar que ambos se inscriben en la estrategia regionalista que la Unión Europea desplegó desde finales de 1994. La nueva estrategia, aprobada por el Consejo en octubre de 1994, planteó como objetivo establecer una «asociación» basada en los acuerdos «de tercera generación» ya existentes, y en nuevos acuerdos «de cuarta generación» con los «mercados emergentes» de América Latina. Estos últimos incluirían un diálogo político orientado al fomento de la democracia y los derechos humanos; programas de «cooperación económica avanzada» que reflejaran el mayor avance relativo de estas economías; y el compromiso de iniciar negociaciones conducentes al establecimiento de áreas de libre comercio. A tal efecto, el Consejo Europeo de Essen (diciembre de 1994) instó a la Comisión a iniciar las conversaciones con Mercosur, México y Chile 1.

Los acuerdos «de cuarta generación», suscritos entre 1995 y 1997 con México, Chile y el Mercosur, constituyen el elemento más novedoso de la estrategia 2. Aunque no había compromisos concretos respecto al alcance o el calendario de la liberalización, el objetivo de establecer futuros acuerdos de libre comercio abrió amplias expectativas en América Latina respecto al acceso al mercado europeo, superando el limitado régimen del Sistema de Preferencias Generalizada (SPG), o las preferencias arancelarias unilaterales, temporales y extraordinarias concedidas en 1990 y 1991 a los países andinos y centroamericanos. Desde la perspectiva latinoamericana se trataba de una oportunidad histórica para superar las tradicionales asimetrías y divergencias económicas con la Unión Europea, y dejar atrás un modelo de relación clásico de «ayuda sin comercio» (aid, not trade). De hecho, en el decenio anterior, y a falta de preferencias comerciales o de medidas de alivio de la deuda, la ayuda económica se Page 183 había convertido en el único ingrediente económico de una relación que, sin embargo, había dado muchos frutos en el ámbito político 3.

El lanzamiento de esa estrategia se debe a distintos factores, entre los que cabe mencionar la aparición y desarrollo de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) de la Unión Europea 4; la culminación de las negociaciones de la «Ronda Uruguay» del GATT, superando un periodo de bloqueo e incertidumbre en el sistema multilateral de comercio; y, en especial, la aparición de nuevos intereses económicos en la región, una vez superados los condicionantes de la guerra fría. Entre esos intereses cabe destacar el visible incremento de las exportaciones y la inversión directa en América Latina en los primeros años noventa, propiciados por las políticas de privatización del «Consenso de Washington», y el atractivo de los nuevos esquemas de integración -en especial Mercosur y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en el que México representaba una vía de acceso al vasto mercado de Estados Unidos-. Un factor determinante, como reconocen los textos de la Comisión, fue el temor a que tanto el TLCAN como el proyecto de Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) pudieran situar a los inversores europeos en desventaja, e inducir un efecto «desviación de comercio» que redujera la cuota de mercado europea, en beneficio de Estados Unidos. En suma, la nueva estrategia de la Unión Europea respondía, en gran medida, a la necesidad de contrarrestar el nuevo proyecto hemisférico estadounidense, y por esa razón se concretó en la oferta de nuevos «Acuerdos de asociación» que incluían áreas de libre comercio con Mercosur, Chile y México.

III Los condicionantes de la «cumbre» de río y la «asociación estratégica birregional»

La I Cumbre Unión Europea-América Latina, en tanto «diplomacia de representación», debería haber servido para dar un nuevo impulso político a esa estrategia regionalista 5. Sin embargo, la reunión se celebró en un momento en el que el regionalismo como estrategia ya estaba en retroceso en ambas regiones, y había perdido a sus valedores dentro de la Comisión. Esos hechos explican el limitado alcance de la «Asociación», las dificultades que se han presentado en su desarrollo y la escasa cre- Page 184dibilidad del proyecto, que ha condicionado la agenda y los resultados tanto de la primera «Cumbre» de Río de Janeiro, como de la segunda «Cumbre» de Madrid.

En primer lugar, al celebrarse la Cumbre de Río ya eran visibles las dificultades que se planteaban en la propia Unión Europea respecto a los ambiciosos objetivos económicos de la estrategia regionalista. Con Chile y México se ha logrado culminar las negociaciones de libre comercio en plazos relativamente cortos, pero en el caso de Mercosur el acuerdo «de cuarta generación» se ha encontrado con la feroz oposición de algunos Estados miembros, debido, sobre todo, a que podría permitir el acceso al mercado de la Comunidad Europea de productos agrarios «sensibles», lo que supondría costes elevados para la política agraria común (PAC). Por su parte, los socios de Mercosur, y particularmente Brasil, temen una rápida apertura en los sectores manufactureros más importantes, lo que también puede condicionar la negociación. Hay que recordar que el mandato de negociación con Mercosur se aprobó apenas una semana antes de la «Cumbre» de Río, después de más de tres años de bloqueo, para evitar el bochorno diplomático que hubiera supuesto presentarse en esta reunión con las manos vacías. Se trataba, sin embargo, de un mandato muy limitado, pues posponía las negociaciones arancelarias hasta el año 2001 y supeditaba las concesiones en esta materia a lo acordado en el seno de la OMC.

Es importante recordar que en 1999 la Unión Europea ya se había decantado por el lanzamiento de una nueva «Ronda» de negociaciones comerciales multilaterales en el seno de este organismo. Este «retorno al...

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