Una carga demasiado pesada: El trabajo infantil en minas y canteras

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LA RINCONADA, Perú - Como muchos otros niños de La Rinconada, Braulio, de 14 años de edad, lleva trabajando en la mina desde muy pequeño, transportando pesadas cargas de mineral como quimbalatero (triturador de piedra).

"Un día, no me sentía bien, estaba muy cansado y me caí varias veces. A la salida de la mina, se volcó mi carretilla, y se cayó todo el mineral. El capitán me estaba observando y me pateó fuerte por lo sucedido".

Braulio tenía noticias del proyecto del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de la OIT para las minas de La Rinconada, que había sido divulgado en la comunidad por su organización asociada, CARE International, y que ha asistido a más de 2.500 niños.

"Había oído hablar de ello en la radio. Decidí ponerme en contacto con el proyecto. Acudieron a la mina y hablaron con el gerente de la mina, y le sancionaron".

Cuando Braulio, sus hermanos y su padre comenzaron a asistir a las reuniones organizadas por el proyecto, aprendieron que "trabajar no es bueno para nosotros.

Tenía dolores y achaques, en ocasiones no comíamos bien, y era difícil ir a la escuela y estudiar. Mi padre estaba muy agradecido, y les dijo que, desde entonces en adelante, sólo trabajaría él, y que nosotros podríamos dedicarnos a la escuela".

De 2000 a 2004, el IPEC contribuyó a tres iniciativas de prevención en comunidades mineras de Perú, en los departamentos de Arequipa, Puno y Ayacucho. Se emprendió asimismo una iniciativa combinada con el fin de fomentar la sensibilización Page 15 sobre el tema a escala nacional. Las iniciativas piloto pusieron de relieve que, para la erradicación del trabajo infantil de la minería, es importante mejorar las condiciones de este sector mediante cambios en la tecnología, la generación de ingresos, la protección social, el perfeccionamiento de los servicios básicos, la mejora en la organización del trabajo y en la sensibilización a escala nacional y regional. Por ejemplo, en Santa Filomena se estableció un moderno centro de procesado en el que se eliminó por completo el trabajo infantil.

Es peor para las niñas

En los últimos años, el trabajo infantil en la minería ha tenido lugar en minas informales de pequeña escala; ya no se tiene noticia de que trabajen menores en el sector regulado. Sin embargo, la situación de niños y niñas en la minería de pequeña escala es alarmante, y puede ser peor para ellas. En septiembre de 2007, con ocasión de la Conferencia sobre comunidades y minería artesanal y de pequeña escala (CASM) celebrada en Ulaanbaatar, Mongolia, se presentaron públicamente por vez primera los estudios llevados a cabo en Ghana, Níger, Perú y la República Unida de Tanzania en 2006, en los que se hace hincapié en los riesgos que corren las niñas.

El informe de la OIT refiere el modo en que la cooperación entre el IPEC y las autoridades locales ha comenzado a abordar el problema. Se ponen en cuestión los supuestos generales respecto a los papeles que desempeñan ambos géneros en las comunidades dedicadas a la minería de pequeña escala.

"Una deficiente comprensión del problema se traduce en una intervención igualmente deficiente", explica Susan Gunn, experta en trabajo infantil del IPEC, que encargó el informe. "Las políticas y programas de acción que abordan las cuestiones de la minería a pequeña escala pasan por alto el hecho de que existen niños que trabajan en estas explotaciones expuestos a riesgos idénticos, o incluso superiores, a los de los adultos. . . y que muchos de ellos son niñas. En consecuencia, las niñas se pierden las ventajas y la ayuda social que proporcionan los programas".

Las niñas llevan a cabo tareas relacionadas con las etapas de extracción, el transporte y el procesamiento de la minería, así como otros trabajos vinculados a esta actividad, como la venta de alimentos y materiales diversos a los mineros. Realizan tareas tan peligrosas como las que asumen los varones, afrontando jornadas laborales incluso más largas, con una mayor carga de trabajo y una menor oportunidad de escolarización, retirada de la actividad laboral o rehabilitación. El crecimiento de la demanda de su mano de obra, impulsado por una pobreza desesperada en los hogares, no coincide con una reducción de sus responsabilidades domésticas. Las niñas que trabajan en las comunidades mineras son obligadas casi siempre a combinar la escuela, el trabajo y las labores domésticas, lo que puede dar lugar a jornadas de actividad de más de 14 horas, un número excesivo de horas de tareas a menudo peligrosas, una falta de tiempo para el descanso y la recuperación, y un horario imposible para su encaje en torno a la asistencia a la escuela.

El estudio reveló que, en la zona minera de Mirerani de la República Unida de Tanzania, en los negocios de piedras preciosas, las niñas trabajan de 42 a 70 horas a la semana, sin día de descanso, frente a las 28 a 56 de los niños, mientras que en negocios menores, las jornadas de las niñas se extienden de 84 a 90 horas por semana, frente a las 56 a 70 de los varones.

La venta de alimentos y el trabajo doméstico son actividades realizadas en exclusiva por niñas. A edades tan tempranas como los 9 años, las niñas asisten a sus madres en la preparación de alimentos y bebidas. Para llegar a donde se encuentran sus padres o clientes deben atravesar lugares peligrosos expuestos a derrumbamientos, contaminación por mercurio, o a la presencia de fragmentos de roca afilados, transportando de 20 a 25 litros de agua, o 20 kilos de peso, tres o cuatro veces al día.

TRABAJAR CON LA COMUNIDAD LOCAL

Because of its inherent dangers, work in mining and quarrying falls under the OIT Convention on the Worst Forms of Child Labour, 1999 (No. 182), and must be prohibited and eliminated as a matter of urgency. With fewer than a million children involved, the numbers are large but not overwhelming, and governments, enterprises and workers' organizations have demonstrated their will to solve the problem. The pilot projects undertakDebido a sus peligros inherentes, el trabajo en las minas y las canteras es objeto del Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil (núm. 182), 1999 de la OIT, y ha de prohibirse y erradicarse con carácter de urgencia. Con menos de un millón de niños activos en el sector, las cifras son elevadas, pero no abrumadoras, y los gobiernos, las empresas y las organizaciones de trabajadores han demostrado su voluntad de resolver el problema.

Los proyectos experimentales emprendidos por el IPEC en Mongolia, Tanzania, Níger, Ghana, Burkina Faso y los países andinos de América del Sur han puesto de manifiesto que la mejor manera de asistir a los niños mineros es colaborar con las propias comunidades de los menores. La OIT consolida las capacidades nacionales y locales a través de sus mandantes y sus socios, con especial atención a las acciones encaminadas a reforzar la retirada de los niños de las minas y las canteras.

Salud y servicios sociales

A los niños que se encuentran trabajando en las minas se les proporciona de inmediato comida y agua potable, así como vacunas, primeros auxilios y asistencia sanitaria en general. Entre los servicios de apoyo dirigidos a los jóvenes en edad legal para trabajar figura la dotación de áreas de descanso seguras, centros de acogida, y la provisión de asesoramiento.

Protección jurídica

El seguimiento y la inspección laboral de minas y canteras, más las acciones encaminadas a velar por el cumplimiento en la industria minera de las disposiciones sobre seguridad y edad mínima, contribuyen a atenuar el trabajo infantil en el sector. La actuación policial en áreas fronterizas puede reducir el tráfico de personas.

Educación

Los centros de día y de enseñanza preescolar dirigidos a los niños de más corta edad reducen o atenúan la necesidad de los padres que trabajan de llevar a sus hijos con ellos a las minas. Las becas y las clases de refuerzo amplían las oportunidades de los niños que acumulan ya grandes períodos de ausencia de las aulas, o que no pueden permitirse seguir adelante con su formación en centros de enseñanza superior. La educación no reglada y la formación profesional resultan beneficiosas para los menores de más edad.

Generación de ingresos y empleo alternativo

La pobreza lleva a los niños y a sus familias a buscar trabajo en minas y canteras. Es necesario establecer fuentes de ingresos familiares alternativas y adecuadas. Es posible asistir a los padres mediante el crédito, la formación y los servicios de colocación, con el fin de mitigar la necesidad de que sus hijos trabajen.

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Es común que las niñas sean empleadas en bares o restaurantes que prestan servicio a la comunidad minera. Se tiene noticia de que algunas niñas en Perú realizan jornadas diarias de 12 y más horas, desde edades tan tempranas como los 10 ó 12 años. En algunos casos, el trabajo en bares puede dar lugar a la explotación sexual y los abusos por parte tanto de clientes, como de empleadores. En Mirenari, 85 de las 135 niñas entrevistadas revelaron que eran objeto de explotación sexual con fines comerciales, y 25 de ellas, a tiempo completo. En entornos tan atroces, normalmente las niñas no pueden negarse a la práctica del sexo, incluso a edades tempranas. Las zonas mineras generan flujo de hombres que pueden ofrecer a las mujeres y las jóvenes de corta edad del ámbito rural alimentos y ropa a cambio de favores sexuales.

Daños físicos y educativos

Las lesiones físicas padecidas a causa de la realización de actividades mineras pueden ser muy graves. Los niños que trabajan descienden con herramientas y explosivos a pozos de profundidades hasta de 300 metros. Trabajando en zonas de extracción y en torno a éstas, los niños y niñas se exponen a riesgos elevados de lesión, incluidas las torceduras, a causa de caídas, y otros accidentes. El transporte de cargas pesadas puede dañar el cuello y la columna vertebral, y dar lugar a problemas en etapas posteriores de la vida. Moler piedras puede provocar lesiones a causa de los fragmentos de roca que salen disparados, accidentes con herramientas que son demasiado grandes para ser manejadas por niños (y en especial por niñas), o la exposición a vibraciones y ruidos constantes. Moler la piedra y el movimiento de escombros exponen a los trabajadores al riesgo de padecer cortes graves, magulladuras, sordera y ceguera, infecciones del tracto respiratorio y daños permanentes del sistema nervioso.

Quizás el peligro más alarmante consista en la exposición al mercurio líquido y en el aire en la fase de amalgamiento de la minería del oro. El mercurio puede quemar la piel y causar daños en los órganos internos que suponen una amenaza para la vida; es muy peligroso. En general, no se instruye a los niños que trabajan respecto a los riesgos del mercurio para la salud, y a la necesidad de evitar su contacto con la piel e inhalación, y normalmente, no conocen medidas de protección sencillas como la que proporcionan los guantes, las señales así como una eliminación cuidadosa de la sustancia.

Como muchos otros trabajadores migrantes, Hadiza, de 7 años de edad, y sus hermanos se trasladaron con sus padres a Komabangou, Níger, en busca de una vida mejor, y les pusieron a trabajar en la criba de oro en mojado y en seco, y en la retirada de escombro y mineral de los pozos. Pero Hadiza se opuso: "una niña no está hecha para trabajar en la minería del oro", asegura. "Conseguí escapar dos veces y me escondí con la familia de uno de mis amigos, pero en las dos ocasiones me devolvían a la mina".

Hadiza comenzó a padecer asma, y la llevaron a ver a una enfermera, que le dijo a su padre que la niña se ahogaría y moriría si seguía trabajando. El padre de Hadiza comprendió el mensaje: decidió prohibir a todos sus hijos el trabajo en la minería del oro. Entretanto, en 2006, las autoridades declararon ilegal que las niñas menores de 15 años de edad trabajen en la extracción y el procesamiento de oro.

Junindo y Kifliadi, de la aldea de Batu Butok, en Indonesia, también se dedicaron a la minería del oro durante sus años escolares. Al trabajar en el agua de un río contaminado durante dos o tres horas al día, sin equipo de protección, Junindo sentía agudos dolores en los oídos, y pérdida de audi-Page 17ción debido a la presión atmosférica al bucear, además de tener los brazos y las piernas cubiertos de cortes provocados por los guijarros del fondo del río. Kifliadi, quien comenzó a trabajar en 6º grado, empezó a padecer una enfermedad pulmonar. Su formación escolar también se resintió.

Al entrar en contacto con la campaña del socio del IPEC PADI Indonesia (Padi Nusantara, www.padinetwork.org), los dos niños comenzaron a tomar conciencia de la importancia de la educación para su futuro. Se inscribieron en programas de formación en materias como la agrosilvicultura, la gestión financiera, la gestión de colectivos independientes comunitarios y la informática. A través de la experiencia adquirida, no sólo pudieron cambiar la minería del oro por actividades pesqueras menos peligrosas, sino que también empezaron a soñar con un futuro mejor. Kifliadi, que ha cumplido ya 17 años, se ha matriculado en un instituto de enseñanza secundaria, mientras que Junindo, con 19, se tituló en julio de 2007 y confía en seguir sus estudios en la universidad y convertirse en profesor. Además, ha comenzado a participar activamente en las campañas para la erradicación del trabajo infantil.

Una alianza mundial para acabar con el trabajo infantil en la minería

Dado que la minería es una forma extremadamente peligrosa de trabajo infantil, pero también una actividad de modesta escala, el IPEC comenzó a considerar en 2004 su tratamiento a escala mundial. Abundaban las experiencias de las que servirse: el IPEC contaba ya con ocho grandes proyectos y numerosos programas de acción de menor dimensión en varios países que representan un amplio espectro de las regiones del mundo. Cuando llegó la hora de seleccionar un tema para el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil (DMCTI) en 2005, ya estaban sentadas las bases para otorgar prioridad a la minería y la cantería, lo que brindó una oportunidad idónea para poner en marcha una Llamada Global a la Acción contra el trabajo infantil en la minería.

El 10 de junio de 2005, en Ginebra, 15 delegaciones tripartitas que habían reconocido tener el problema del trabajo infantil en la minería, se reunieron en el Palais des Nations. En presencia de los participantes en la Conferencia Internacional del Trabajo, cada uno de los países presentó formalmente una declaración firmada de compromiso para erradicar el trabajo infantil en la minería en el plazo definido. Entre los países que presentaron las declaraciones se encontraban Brasil, Burkina Faso, Colombia, Còte d'Ivoire, Ecuador, Ghana, Malí, Mongolia, Nicaragua, Paquistán, Perú, Filipinas, Senegal, la República Unida de Tanzania y Togo. Los Secretarios Generales de la federación de trabajadores competente en materia de minería (ICEM) y de la de los empleadores del sector minero (ICMM) también suscribieron un acuerdo comprometiéndose a apoyar a la OIT y a los gobiernos en sus esfuerzos por erradicar el problema en todo el mundo.

Doce de los quince países firmantes pusieron en marcha directamente actividades de seguimiento. Se programaron reuniones tripartitas de planificación en media docena de países, con el fin de detallar las actividades que se emprenderán en los próximos cinco años para erradicar el trabajo infantil en la minería. A escala mundial, se convocó un pequeño grupo de trabajo compuesto por representantes de diversos organismos, al objeto de preparar el plan de trabajo, con vistas a convertir la Llamada a la Acción en una realidad.

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