BOYER DU PETIT-PUY, Paul; La Imagen del Soberano, 1649

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o el ilustre retrato de las divinidades mortales, donde se trata de la dignidad real, de la antigua institución de los Reyes, por qué han sido elevados, por qué han sido creados por Dios, hasta dónde se extiende el poder legítimo que tienen sobre nosotros, si les está permitido a los súbditos juzgar las acciones de su príncipe & qué reverencia hay que emplear para hablar de su persona. Contra la opinión de los libertinos del siglo,

París.

(1615?-16..)

[5] La dignidad del hombre es una marca infalible de su mérito, cuando la obtiene inmediatamente de la propia mano de aquel

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que todo lo puede y que no hace nunca nada si no es con una perfecta Justicia. Cuanto más le eleva a la grandeza, más venerable hace todo lo que está en su interior y más lo aproxima a la Majestad de aquél que le confiere la gracia. La de los soberanos es tan santa y tan sagrada que no hay nada en el universo después de Dios que debamos tener en mayor veneración, ni por la que debamos tener más amor, ni tampoco por la que debamos temer más. [...] En fin, todos aquellos a los que Dios ha querido elevar a esta dignidad real, se pueden calificar, sin injusticia, de lugartenientes de un poder muy adorable y muy infinito. [...] Los reyes que perseveren en su malicia perecerán al igual que el más insignificante de los mortales, salvo si Dios se retracta de aquellas normas que les deben ser inviolables [a los reyes].

[12] La tercera razón por la que los Reyes fueron creados fue una necesidad de conservarse, que llevó al pueblo a buscar un medio por el que pudiera corregir la furia y la opresión causada por los malvados, en tanto que tenemos una inclinación natural al mal y que siempre habrá alguien tan vicioso que con su malicia pueda trastornar y arruinar toda la política humana, tal y como vemos que sucede en nuestro siglo en aquellos que le quitan [13], contra toda equidad, todo el bien al pueblo. A efecto de impedir estos desórdenes fue inevitable crear un jefe que pudiera mandar a todos y que pudiera, de forma semejante, mantener a los buenos en sí y castigar a los malvados por exterminar la raza.

[18] Deseo simplemente exhortar a los Príncipes para que consideren que tienen un Dios de quien proviene su poder y a quien tendrán que rendir cuentas de sus acciones al igual que el hombre más insignificante. Lo peor es que deben responder de las acciones de todos aquellos que su Divina Bondad ha puesto en cargo cuando ellos lo ofendían, a causa de su mala...

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