Las relaciones y los acuerdos de carácter bilateral y multilateral de la unión europea y el subcontinente centro y sudamericano

AuthorDr. José Manuel Sobrino Heredia
ProfessionCatedrático de Derecho Internacional Público. Instituto Universitario de Estudios Europeos "Salvador de Madariaga". Universidad de A Coruña. Curso sobre la Constitucionalización y la integración en Europa y América Latina. Universi-dade de Verán Centro de Estudios Eurorrexionais (26-28 de julio de 2004).
Pages357-395

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Introducción

Las relaciones internacionales de la CE se orientaron inicialmente y durante muchos años hacia países y regiones con los que sus Estados miembros originarios, por razones históricas y políticas, mantenía relaciones particulares. De este modo, los Estados ACP, la cuenca del Mediterráneo, los países del Este y Centro de Europa han focalizado la atención comunitaria. América Latina, en cambio, no ha sido, hasta fecha reciente, objetivo preferente de las mismas.

Se ha hablado, al comentar los difíciles orígenes del diálogo Euro-latinoamericano, de la existencia de una "cercanía distante", basada en una situación paradójica que atina unas relaciones profundamente enraizadas desde el punto de vista histórico, social y cultural, junto con un mayor distanciamiento en el plano de las relaciones institucionales y en sus ámbitos materiales.

Ahora bien, lo cierto es que de una situación de desconocimiento e ignorancia mutua, aunque más europea que latinoamericana, caracterizada por la ausencia de relaciones institucionales y por el escaso interés europeo hacia América Latina, se ha ido pasando, lentamente, a una situación de diálogo político, concertacion en diversos campos, cooperación económica y para el desarrollo, establecimiento de relaciones asociativas, configuración de marcos de libre comercio, que han situado a las regiones lationamericanas más cerca de las preocupaciones europeas y permiten, con todas las reservas necesarias, hablar de un proceso de constitución de un Espacio euro-latinoamericano.

Este Espacio en construcción se viene edificando sobre la base de unas relaciones políticas y económicas, pero también gracias a una serie de mecanismos jurídicos que dan continuidad y estabilidad a las relaciones entre ambas orillas del Océano Atlántico. Estos mecanismos jurídicos, que intento destacar en estos minutos, son el resultado de treinta años de relacio-Page 360nes. El punto de partida de la preocupación comunitaria por América Latina, remonta a la afirmación, a partir de la Cumbre de Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno de París de 1972 de la necesidad de comenzar a mundializar la cooperación al desarrollo de la CE, anclada hasta entonces entorno a África abriéndola a otras zonas del mundo y, entre ellas, a América Latina. Este camino se ha trazado sobre una doble vía:

- a través, por un lado, de actos unilaterales comunitarios financiados con fondos que proceden del presupuesto comunitario y que tienen una naturaleza horizontal, lo que permite el que se beneficien de ellos los países latinoamericanos, como ocurre con el SPG, la ayuda alimentaria, la ayuda humanitaria, las ayudas a las ONG especializadas en desarrollo, etc.

- Y, por otro lado, mediante la definición de políticas dotadas de dimensión y autonomía propia, sustentadas en acuerdos bilaterales y regionales con países y Organizaciones regionales situadas en América Latina.

Este proceso de acercamiento euro-latinoamericano ha ido dando cuerpo, desde la perspectiva de la UE, a una estrategia original destinada a garantizar una mayor presencia europea en América Latina, mediante el establecimiento, por una lado, de una tupida red de relaciones convencionales con países y Organizaciones internacionales y, por otro lado, de unas relaciones políticas institucionalizadas que han llevado a la organización, en un corto espacio de tiempo, de tres reuniones en la Cumbre de los Jefes de Estado de ambas regiones (en Río de Janeiro, Madrid y Guadalajara) tendentes al establecimiento de una asociación estratégica entre ellas.

Dicho proceso se ha ido adaptando a las diferentes realidades subregionales, consolidando al mismo tiempo el diálogo de conjunto y facilitando la integración progresiva del subcontinente latinoamericano. Y así, y desde entonces, estas relaciones han estado caracterizadas por un enfoque regional (América Central, Comunidad Andina, Mercosur) o específico (México, Chile) que ha permitido tener en cuenta las diferentes realidades existentes y desarrollar políticas diferenciadas con cada conjunto o país, en función de los intereses recíprocos y de las potencialidades específicas.

Junto a estos enfoques, la UE ha ido construyendo unas relaciones con el con conjunto de América Latina, profundizando los diálogos interpar-Page 361laméntanos y ministerial en el marco del Grupo de Río (XI reunión, celebrada en Atenas 28. 03.2003) destinado a adoptar posiciones comunes en temas relacionados con cuestiones latinoamericanas y con preocupaciones de la comunidad internacional en su conjunto (democracia, derechos humanos, consolidación del Estado de Derecho, desarrollo sostenible, principio de la responsabilidad compartida en la lucha contra la droga y el tráfico de estupefacientes, terrorismo...). Este diálogo político se ha concretado al más alto nivel con la realización de tres Cumbres al más alto nivel político, una en Río de Janeiro en junio de 1999, otra en Madrid en mayo de 2002, y otra en Guadalajara (México) en mayo de 2004.

Además, la UE ha convertido a las Organizaciones internacionales regionales americanas (especialmente, el Mercosur y la Comunidad Andina) en interlocutores privilegiados. De este modo, la integración regional ha facilitado el establecimiento de vínculos políticos y mecanismos de concertación, lo que ha contribuido a aumentar la representatividad exterior de las agrupaciones regionales. Por otro lado, este enfoque está permitiendo, según las autoridades comunitarias, una mayor flexibilidad y una mejor adecuación a las realidades de cada interlocutor y a los intereses de la UE. La existencia, en ambas regiones, de procesos, más o menos avanzados, de integración, facilitan tal estrategia y, además, los prepara mejor ante la mundialización económica y a la globalización de las relaciones.

Todos estos acercamientos han llevado a incrementar las relaciones UE-América Latina y a consolidar la posición de aquella como primer donante de fondos de cooperación en la región latinoamericana y segundo socio comercial e inversor en la misma (en algunos casos como es el de MERCOSUR, la UE es el primer socio comercial y el primer inversor extranjero en la zona). Además hay que tener en cuenta que los intercambios comerciales sen ha duplicado en el período 1990-2002, pasando el valor de las importaciones de la UE procedentes de AL de 26.700 millones € a 53.700 millones €, y el de las exportaciones a la región de 17.100 millones €a 57.500 millones €). Por otro lado, este proceso convive con otro interno al Continente americano y liderado por los Estados Unidos conocido, como es bien sabido, con el nombre de ALCA y que pretende crear un gran espacio de libre comercio americano. Tal propósito que avanza lentamente podría suponer apartar a Europa de estas regiones. Frente a tales riesgos, urge consolidar el Espacio euro-latinoamericano. En este sentido, los acuerdos de última generación con México y Chile, y los deseos ex-Page 362presados de avanzar y mejorar los acuerdos con Mercosur y la Comunidad Andina, son manifestación de una voluntad de afirmar la presencia europea en Latinoamérica y de esta última en Europa.

Ello explica, a mi entender, la necesidad, nada retórica, de un Espacio euro-latinomericano que, como veremos en la primera parte mi exposición (I) se ha ido construyendo lentamente y que, tal y como intentaré exponer en la segunda parte de presentación (II), ha ido originando una serie de mecanismos jurídicos que le dan un perfil muy particular dentro de las relaciones internacionales de la UE.

I Hacia la Constitución de un espacio Euro-latinoamericano
A) Los primeros pasos

En el período que va desde 1957 a 1971, año en que se suscriben los primeros acuerdos, las relaciones birregionales fueron muy limitadas y pobres, prestando la Comunidad Europea muy escasa atención política y económica a América Latina, a pesar del interés que manifiestan los países latinoamericanos por esas relaciones. Son años en los que la CEE está intensamente ocupada en la puesta en marcha del propio proceso de integración, al mismo tiempo que en el plano de las relaciones exteriores está profundamente condicionada por el acceso a la independencia de las colonias de algunos de sus Estados miembros y por la necesidad de dar respuesta a ese hecho, estableciendo un sistema de cooperación que les permita continuar manteniendo sus privilegiadas relaciones (los Convenios de Yaoundé I y II). En esta actitud influyó también la percepción europea de que la región quedaba bajo la hegemonía de los Estados Unidos, lo que actuaba como un factor de disuasión añadido para cualquier deseo de presencia en la zona. Son también años en los que América Latina pugna, tímidamente todavía, por romper con el hegemonismo norteamericano y por poner en pie sus propios mecanismos de integración regional (ALALC, Pacto Andino...).Sin embargo, a partir de principios de la década de los años setenta la situación empieza a cambiar, aunque sea tímidamente. Las relaciones entre Europa y América Latina recibirán un nuevo impulso, en el que influyeron por parte europea consideraciones de orden tanto económico como político.

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Entre las primeras, hay que destacar la crisis económica que afectaba a Europa Occidental, como consecuencia especialmente de la crisis del petróleo, y la percepción de la vulnerabilidad externa del Viejo Continente. Vulnerabilidad que requería de una política más...

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