Balance de la igualdad de oportunidades en la Unión Europea

Published date01 December 1999
Date01 December 1999
AuthorJohan HANSEN,Janneke PLANTENGA
DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-913X.1999.tb00140.x
Igualdad de oportuni dades en la Unión Europea 393
Copyright © O rganización Internacional del Trabajo 1999
Revista Internacional del Trabajo, v ol. 118 (1999), núm. 4
Balance de la igualdad
de oportunidades en la Unión Europea
Janneke PL ANTENGA* y Joha n HANSEN **
El fortalecimiento de la igualdad de oportunidades es uno de los cuatro pila-
res de la nueva estrategi a de l a Unión Europea en materia de emp leo.
Suele admitirse en Europa q ue hay que prestar especial atenció n a la posición
de la mujer en el mercado de trabajo, pues una mayor tasa de actividad femeni-
na contribuirá de manera decisiva al crecimiento del empleo que se precisa para
mantener la prosperidad de los Estados miembros de la Unión. En la práctica,
esto quiere decir que los Estados miembros deberían erradicar las desigualda-
des entre los sexos, adoptar medidas que ayuden a las mujeres y los hombres a
compaginar el trabajo y la vida familiar y favorecer la integración de tod os en
el mercado de trabajo.
Para verificar con eficacia la puesta en práctica de las medidas adoptadas
sería n ecesario elaborar un conjunto común de indicadores que sirvieran de
patrones de referencia con los que cotejar los resultados reales. Los indicadores
de resultados tienen un a importancia crucial, pues revelan lo s aspectos positi-
vos y negativos de la situación en un país y permiten hacer un seguimiento de
los progresos conseguidos. Hasta ahora, sin embargo, no ha habido unanimidad
sobre cuáles son los indicadores más apropiados para evaluar las prácticas de
cada país respecto a la igualdad de oportunidades, motivo por el cual no es fácil
verificar los avances a nivel nacional y la comparación entre países tropieza con
graves obstáculos.
En este artículo se propone un conjunto de indicadores comparables para
facilitar el proceso de evaluación y valoración. Albergamos un doble propósito:
en primer lugar, mejorar la metodología que se utiliza para evaluar la igualdad
* Profesora del Instituto de Economía de la Universidad de Utrecht. ** Doctorando en
el D epartamento de Sociologí a y el C entro Interuniversitario de Teoría y Metodologí a de las
Ciencias Sociales de la Universidad de Utrecht. Este artículo sintetiza y amplía un inform e
coordinado por ambos autores para el Grupo de Expertos en «Género y Empleo« de la C omi-
sión E uropea, que fue financiado por el P rograma de Acció n de la Comunidad en favor de la
Igualdad de Oportunidades (1996-2000) (Plantenga y Hansen, 1999).
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de oportunidades, para lo cual nos ocuparemos de manera especial de la cues-
tión de cuáles son los indicadores importantes; en segundo lugar, efectuaremos
un estudio experimental dirigido a determinar qué países han obtenido un éxito
relativo en el fomento de la igualdad de oportunidades y cuáles son las causas
de la disparidad de resultado s. Téngase en cuenta que las pretensiones de este
trabajo son necesariamente modestas, pues «igualdad de oportunidades« es una
expresión que tiene múltiples significados, y sólo haremos una primera aproxi-
mación al asunto. Nuestro o bjetivo no es tanto ofrecer respuestas definiti vas
cuanto formular las preguntas adecuadas, aunque sí se pretende mejorar el pro-
ceso de evaluación. E l estudio empírico se centra en los p aíses d e la Unión
Europea, pero cabe esperar que la metodología encuentre una aplicación más
amplia.
Selección de los indicadores de resultados
y de los patrones de referencia
El establecimiento de unos patrones de referencia para medir los resulta-
dos o la actuación de una organización se implantó primero en el sector privado
a modo de instrumento que aumentase la eficiencia (Tronti, 1998). La idea
esencial es que para mejorar los resultados es útil observar y analizar los logros
ajenos. Se ha dicho que este proceso es el arte de ser lo bastante humildes como
para reconocer que hay otros mejores en algo, y lo bastante sabios para apren-
der a igualarlos o i ncluso superarlos (Rolstadås, 1995, pág. 212).
Durante el pasado decenio, el empleo de los patrones de referencia ha
pasado a ser habitual en la esfera pública, donde su principal objetivo ha sido
mejorar la eficiencia y la eficacia de las políticas gubernamentales y/o los resul-
tados de los organism os y empresas del sector público. Ahora bien, su aplica-
ción en la elaboración de políticas no carece de dificultades, pues, por ejemplo,
no es fácil defin ir la política socioeconómica empleando como crit erios lo s
conceptos de insumos y de producto, y en los resultados pueden influir tanto las
particularidades de cada país como las tendencias internacionales, lo cual com-
plica considerablemente la elección de un patró n. Por ejemplo: «¿Podrí a pen-
sarse que el país que mejores resultados obtiene es el Reino Unido porque atrae
tantísimas in versiones directas? ¿O serán los Países Bajos, por las generosas
prestaciones de seguridad social que sigue otorgando? Ambos países están a la
cabeza de la lucha contra el desempleo (al menos si se toma por criterio la tasa
de desempleo)« (Tronti, 1998, pág. 34). Además, parece m uy poco probable
que se puedan trasladar directamente de un país a otro esas prácticas ópt imas,
debido a las diferencias de estructuras nacionales, entorno institucional y prefe-
rencias de la sociedad. Es obvio que esos problemas suelen plantearse especial-
mente en el caso de las relaciones entre los sexos, que son muy distintas entre
los Estados miembros de la Unión Europea. La validez de las recomendaciones
de política en este ám bito depende grandemente del contexto: por ejempl o, lo
que es importante para Irlanda podría ser totalmente irrelevante para Dinamar-
ca, y viceversa. A la hora de establecer los patrones de referencia en el terreno
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de la igualdad de oportunidades, por tanto , hay que ir con sumo cuidado, te-
niendo en cuenta los contextos nacionales y la viabilidad política de las diversas
opciones (Tronti, 1998, pág. 41; veáse también Rubery, 1999, pág. 9).
En puridad, «igualdad de oportunidades« se refiere a un concepto de igual-
dad formal basado en la existencia de «puntos de partida iguales« para mujeres
y hombres, aunque se emplea a menudo de manera más general para indicar la
consecución de resultados parejos. El objetivo último de la igualdad de oportu-
nidades es, pues, la igualdad material, es decir, una distribución pareja d el
trabajo, de las tareas asistenciales (es decir, cuidar de otras personas sin percibir
un salario por ello) y de l os ingresos. En el contexto de la política s ocial de la
Unión Europea, igualdad de oportunidades suele ser sinón imo de esa igualdad
material, lo que implica una definición amplia de la expresión. Por consiguien-
te, podemos definir el fomento de la igualdad de oportunidades como un proce-
so encaminado a eliminar las desigualdades y promover la igualdad entre los
dos sexos, lo cual significa que la igualdad de oportunidades no se refiere sólo
a la mujer; antes bien, comporta un cambio en las vidas tanto de la mujer como
del hom bre gracias a una mayor igualdad en la distribución entre ambos del
trabajo remunerado y el no remunerado (Rubery, 1999, pág. 7). Se plantea,
pues, la cuestión de cómo hacer operativa una definición tan amplia de la igual-
dad de oportunidades. En otras palabras: ¿cuáles son lo s indicadores apropia-
dos?
En general, los indicadores deberían simplificar el seguimiento de las ten-
dencias en vigor y facilitar la comparación entre el logro por distintos países de
unos objetivos generales. Los indicadores seleccionados tienen que ser, por
tanto, prácticos: fáciles de interpretar, significativos y coherentes. Parece con-
veniente asimismo limitar su número, que si fuese excesivo oscurecería los
rasgos más destacados. Otra consideración importante es que los indicadores
deben ali mentarse con los datos de Eurostat: después de todo, para efectuar
comparaciones internacionales hay que manejar estadísticas homogéneas (Co-
misión Europea, 1998a).
Al mismo tiempo, no hay qu e olvidar que igualdad de oportunidades es
una expresión que tiene distintas dimensiones y muchos estratos de significado.
Así pues, para tener debidamente en cuenta la complejidad de este concepto, la
selección de los indicadores no puede regirse sólo po r consideraciones prácti-
cas. Por todo lo dicho, proponemos que la evaluación de las situaciones nacio-
nales se efectúe mediante d os métodos, el prim ero de l os cuales atiende a la
división pareja del trabajo remunerado y el no remunerado, y el segundo a la po-
sición que ocupa la mujer en el mercado laboral.
La distribución del trabajo remunerado y el gratuito
A este respecto, partiremos de que la política de igualdad de oportu nida-
des debería centrarse en la distribución del trabajo remunerado y del gratuito
con el objetivo último de elim inar las diferencias entre las mujeres y los hom-
bres. Esta forma d e aplicar el concepto de ig ualdad se ajusta a las Directrices
para el empleo en 1999 del Consejo Europeo, donde se afirma que:

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