ANÓNIMO; El Filósofo de Estado, 1649

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O reflexión política sobre las virtudes civiles del Parlamento de París,

París, Jean Heneault.

[5] [Los parlamentarios] ilustres escudos y defensores de la equidad contra la opresión de la inocencia, estos grandes espíritus que, particularmente ilustrados por el rayo sobrenatural de la divinidad, saben hacer hablar a las criaturas [6] sordas y mudas, si los hombres se callan, y arman a los Elementos para su socorro contra los artificios de los malvados. Estos dignos restauradores del Estado generosamente han vuelto la espalda a un tirano al que todo el mundo seguía, para poner a seguro un pueblo abandonado de toda asistencia.

Quien viene al socorro de un oprimido, hace un esfuerzo generoso pero quien defiende un partido desprovisto de toda protección, actúa divinamente [...].

Es así que el Parlamento ha...