ALC-UE: ¿construir juntos el futuro?

AuthorCasanueva, Héctor

Lo que debemos superar para una efectiva asociación estratégica entre América Latina, Caribe y la Unión Europea

Europa y América Latina, cada una por sí sola, no pueden enfrentar las consecuencias actuales y futuras de la globalización y de un futuro cada vez más condicionado por el exponencial avance científico y tecnológico. El discurso político plantea que juntos sí que hacemos masa crítica para ello. Pero hace falta, primero, aclarar de qué estamos hablando cuando hablamos del futuro. Segundo, provocar en tiempo útil una convergencia de desarrollos de las dos regiones, que le dé fortaleza al grupo ALC-UE. Tercero, definir un modelo común de nueva sociedad mundial a la que aspirar, y cuarto, gestionar una estrategia de relaciones con las macrozonas del mundo, que permita moldear el nuevo orden internacional bajo nuestros valores. De otro modo, la asociación ALC-UE no tiene viabilidad como actor global, y está destinada a desarticularse en el mediano plazo ante las nuevas alianzas que se sugieren para una y otra desde el Asia y los Estados Unidos.

LA I CUMBRE CELAC-UE Y EL DESAFÍO DE UN NUEVO DIÁLOGO BIRREGIONAL

La I Cumbre CELAC-UE celebrada en Santiago de Chile en enero de 2013 marca un hito importante en las relaciones birregionales, pero es pronto aún para considerarlo un momento refundacional de la asociación eurolatinoamericana. La > se introduce con un breve capítulo sobre el >, como una constatación de que efectivamente, por primera vez, se produce una cumbre a este nivel en la que hay una interlocución más estructurada por el lado latinoamericano, al presentarse los treinta y tres países como una comunidad de estados, agrupados en la CELAC. Sin embargo, aún cuando hay en la Declaración elementos que podrían considerarse una base para un nuevo diálogo, no llegan a constituir un corpus suficiente como para considerar todavía que se abre una nueva era o etapa en las relaciones birregionales en una mirada conjunta estratégica y de largo plazo, es decir, prospectiva. En este sentido, es de valorar como un comienzo auspicioso la impronta que la diplomacia chilena consiguió dar a la cita de Santiago, incorporando nuevos componentes en el foco de la cooperación y en el Plan de Acción, como el tema de género, las inversiones de calidad ambiental y social, el apoyo explícito a las Mpymes, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), así como el impulso a la Fundación EULAC y el apoyo a dos nuevos referentes colaterales a la reunión de los jefes de estado y de gobierno, como la > y la >.

El desafío que se presenta para este nuevo diálogo, tiene que ver con la capacidad política de ambas regiones para darle un nuevo contenido de la asociación estratégica en clave de un futuro común y de la influencia que como agrupación birregional pueda tener para condicionar la configuración de la nueva arquitectura global, lo que a su vez depende del tipo de sociedad que queramos construir. La sola agregación de temas a la relación no será suficiente para este propósito, porque lo que se requiere, si en efecto existe más allá de la retórica la voluntad de construir juntos el futuro, es un salto cualitativo que supere lo inercial y sitúe el diálogo en una dimensión efectivamente estratégica, que responda a la pregunta fundamental sobre de qué futuro estamos hablando, qué sociedad global queremos para nuestros hijos, en un mundo que tiene ante sí desafíos ambientales, energéticos, éticos, jurídicos, económicos, religiosos, demográficos, ante nuevas realidades tan impensadas y tan cercanas ya, como la posibilidad de la derrota de las enfermedades y la muerte de la muerte, la inteligencia artificial, la web 17.0, el fenómeno de la singularidad, las nuevas formas de producción, la revolución educativa, y el transhumanismo. (1)

LA DIMENSIÓN DEL FUTURO EN LAS RELACIONES UE-ALC

Las conclusiones del Consejo Europeo del 22 de junio de 1987 sobre las relaciones entre la Comunidad Europea y América Latina, señalan que >, lo que es reiterado en 1990 en la Declaración conjunta de la CE y del Grupo de Río (2), y se refleja dos décadas después en la Comunicación de la Comisión sobre las relaciones con América latina, al considerar a ambas regiones como >. (3)

Esta dimensión de futuro en las relaciones birregionales se reitera de diversas formas en las conclusiones de las siete cumbres a nivel de jefes de estado y de gobierno, iniciadas en 1999 y que han tenido su reciente expresión en la VII Cumbre birregional, que es a la vez la primera CELAC-UE. Si bien no hay una manifestación explícita tan clara como la del Consejo Europeo de 1987 ya citado o la de la Declaración Conjunta CE-Grupo de Río de 1990, en diversos pasajes de las conclusiones hay referencias a un trabajo...

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