Introducción

AuthorJuan Carlos Moreno-Brid y Ramón Padilla Pérez
Pages1-2
BIENESTAR Y POLÍTICA SOCIAL
VOL. 8 NÚM. 2, pág. 1-2
1
INTRODUCCIÓN
Juan Carlos Moreno-Brid
Comisión Económica para América Latina y el Caribe
Sede Subregional en México
JuanCarlos.MORENO@cepal.org
Ramón Padilla Pérez
Comisión Económica para América Latina y el Caribe
Sede Subregional en México
Ramon.PADILLA@cepal.org
as micro y pequeñas empresas (MYPES) son actores centrales para el desarrollo productivo
en América Latina por su contribución a la generación de empleo, su participación en el
número total de empresas y, en menor medida, su aportación al producto interno bruto. No obstante,
su producción está vinculada principalmente al mercado interno y se caracterizan por una creciente
brecha de productividad con las empresas grandes. Esta heterogeneidad estructural es una de las
causas de la marcada desigualdad social de América Latina, dado que las elevadas diferencias de
productividad se reflejan en el acceso a redes de prestaciones sociales, las opciones de desarrollo
profesional a lo largo de la vida laboral, y los salarios y prestaciones de los trabajadores (CEPAL
2010).
En América Latina se observa un desarrollo significativo de instituciones y políticas de
apoyo a MYPES en las últimas dos décadas, incluso durante periodos en los que el Estado adoptó
en general un papel pasivo en el fomento del desarrollo productivo. La crisis económica y financiera
internacional del 2008-2009 ha dado un nuevo impulso a la política industrial, incluidos los
instrumentos dirigidos a MYPES, ante la evidencia de que al cabo de dos décadas de reformas
económicas las tasas de crecimiento económico siguen siendo modestas y con una baja contribución
de la productividad a las mismas. Existe también un creciente reconocimiento de que el mercado
por sí sólo, lejos de reducir la heterogeneidad estructural, amplía las brechas productivas entre
MYPES y grandes empresas.
Los programas e instrumentos de apoyo a MYPES que se han puesto en marcha en América
Latina son muy diversos e incluyen: capacitación empresarial; asesoramiento e información;
servicios financieros y garantías; fomento a las exportaciones, internacionalización y acceso a
mercados; articulación productiva, redes empresariales, asociatividad y territorio; innovación y
desarrollo; incubación y fomento del emprendimiento; desarrollo de proveedores, y sistemas de
compras públicas.
No obstante, una evaluación reciente hecha por la Comisión Económica para América Latina
y el Caribe (CEPAL) afirma que los resultados de dichos programas e instrumentos son aún
insatisfactorios en términos de atender los rezagos de las MYPES en materia de productividad,
baja capacidad exportadora y poca capacidad de supervivencia en el largo plazo (80 por ciento de
ellas no sobreviven los primeros dos años de operación) (Ferraro y Stumpo 2010). El mismo
estudio argumenta que los logros han sido limitados debido a la escasa coherencia entre los
objetivos, los instrumentos, los programas y los presupuestos asignados; la falta de trayectoria de
aprendizaje de las instituciones involucradas en la ejecución de las políticas, y problemas en el
L

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