La comunidad mundial organizada

AuthorCarlos Corral Salvador
Pages139-156
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CAPÍTULO X. LA COMUNIDAD MUNDIAL
ORGANIZADA
La comunidad de las naciones necesita para ser operativa
llegar a organizarse jurídica y políticamente. La razón está,
según el Concilio Vaticano II171, en que “Dados los lazos tan
estrechos y recientes de mutua dependencia que hoy se dan
entre todos los ciudadanos y entre todos los pueblos de la tierra,
la búsqueda certera y la realización eficaz del bien común uni-
versal exigen que la comunidad de las naciones se dé a sí misma
un ordenamiento que responda a sus obligaciones actuales,
teniendo particularmente en cuanta las numerosas regiones
que se encuentran aún hoy en estado de miseria intolerable”.
Y en este sentido, “las instituciones internacionales, mun-
diales o regionales ya existentes son beneméritas del género
humano. Son los primeros conatos de echar los cimientos in-
ternaciones de toda la comunidad humana para solucionar los
gravísimos problemas de hoy, señaladamente para promover
el progreso en todas partes y evitar la guerra en cualquiera de
sus formas”.
Así lo vieron y vivieron los Romanos Pontífices con sus
actitudes ante los proyectos de organización internacional;
171 Constitución, Gaudium et Spes n. 84.
Carlos Corral Salvador
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después, ante la actual organización internacional mundial, a
la vez que a su organización a nivel ya regional.
1. La Iglesia ante los proyectos de organización
internacional172
- Primero fue su actitud ante los primeros proyectos de or-
ganización internacional
Para la humanidad contemporánea, la marcha hacia la
unidad habría comenzado con la I Conferencia de La Haya en
1899, que se debió a la iniciativa del zar Nicolás II de Rusia.
Éste convocó una conferencia diplomática en 1899, para es-
tudiar el problema de la regulación pacífica de los conflictos
internacionales y la reducción de los armamentos. A participar
en ella fue expresamente invitado León XIII por el zar Nicolás
II de Rusia y la reina Guillermina de los Países Bajos, quienes
se beneficiaron de sus buenos oficios en el intento de convocar
una conferencia de paz de todos los países de Europa. Pero fue
excluido de asistir a la misma por el gobierno entonces de Ita-
lia173, no dejando de expresar su contrariedad León XIII quien
en su Alocución Auspicandae Celebritatis al Sacro Colegio, el 14
diciembre 1899, lo consideró un “evento molesto, encubierto
de una ofensa dirigida a la Sede Apostólica”.
A la comunicación del conde Mouraviev, de 10 de febrero
de 1899, sobre ocho artículos de la futura Conferencia interna-
cional, responde el cardenal Rampolla, secretario de Estado,
con una adhesión motivada: “Falta, en el consortium interna-
cional de los Estados, un sistema de medios legales y morales,
aptos para hacer prevalecer el derecho de cada uno. […] Al
encuentro de un estado de cosas tan funestas, la institución de
172 Richard Arès, L’Église Catholique et l’organisation de la société interna-
tional contemporaine (1939-1949) [Montréal, Canadá 1949] cap. I-III.
173 León XIII, Alocución Auspicandae Celebritatis al Sacro Colegio, el 14
diciembre 1899.

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