Vinculación ciencia y sociedad: la participación del investigador

AuthorHebe Vessuri/Ana Burgos/Gerardo Bocco
Pages67-93

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Introducción

El Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (cigA) de la unAm surgió en 2007 teniendo como meta central contribuir con respuestas científicas y técnicas a dos problemáticas centrales de las que adolece México: 1) las desordenadas transformaciones urbano-regionales, acompañadas a su vez de problemas serios de gobernabilidad sobre el territorio y sus recursos, y 2) la acelerada pérdida del capital cultural y natural como resultado de una desequilibrada relación entre sociedad y naturaleza. Resultaba relevante entonces formular nuevas formas de investigación en un marco interdisciplinario, que considerara la participación de los actores sociales; y de ellas derivar propuestas de solución a problemas específicos para sitios particulares. Se pensó que mediante una comprensión de la estructura, organización y funcionamiento del territorio como un complejo integral se estaría en la posibilidad de influir sobre la planeación y monitoreo de la política pública ambiental, con la debida participación social.

De las tres nociones que parecen claves en el marco conceptual y sus implicaciones de acción -Vinculación, Participación e Innovación- en relación con la temática del manejo y planificación territorial y en general los objetivos de la geografía ambiental, en este trabajo se explora en particular la noción de investigación participativa. En base a la experiencia institucional acumulada en los últimos cinco años, en este trabajo se revisa un aspecto de la noción de vinculación a partir

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de las aspiraciones y realidades concretas de sus integrantes, así como del propósito explicitado en la documentación existente en función de su corta historia. Se hace un primer análisis de las perspectivas que los investigadores tienen sobre su participación en la investigación institucional en el nivel comunitario. Se observa qué vertientes de los conceptos de participación, vinculación e innovación son los más frecuentes en el cigA y cómo se pudieran tratar de manera más eficaz.

La relación investigación/sociedad: una nueva vuelta de tuerca

Este parece un momento oportuno para analizar prácticas concretas de vinculación de la ciencia con el público. ¿Por qué afirmamos esto? Hace algunas décadas era común escuchar argumentos respecto a que las ciencias sociales no eran neutrales sino políticas, produciendo resultados que eran afirmaciones izquierdistas o conservadoras disfrazadas. “Actualmente la preocupación ha pasado a ser que una buena parte de las ciencias sociales se ha alejado de la acción, de la utilidad práctica, a menudo produciendo abstracciones estériles y conversaciones autorreferenciales o que se quedan en el nivel de las descripciones y anécdotas poco útiles (unesco y

Foro Consultivo, 2011; Vikkelsø, 2007). Por otro lado, algunas áreas de las ciencias naturales, que tradicionalmente se presentaban como objetivas y neutrales, enfrentan crecientemente los efectos imprevistos, muchas veces indeseados, de sus acciones y perciben con mayor frecuencia la conveniencia de trabajar conjuntamente con las ciencias sociales en dimensiones del conocimiento que tienen implicaciones directas e indirectas para las personas y grupos humanos. En el plano de las políticas públicas y de la gestión esta preocupación ha dado lugar a un fuerte foco en la potencialidad de uso o aplicabilidad combinada de las ciencias sociales y naturales (Whyte, 2009; Velázquez, Bocco y Torres, 2001).

La necesidad de hacer llegar los resultados de la investigación científica a distintos sectores de la sociedad que en el pasado quedaron al margen de la misma es uno de los desafíos importantes del presente. En el reconocimiento de la importancia de la participación social en los objetivos y prácticas del sistema de investigación, hay una potencialidad social y política que resalta lo que de otro modo pudiera parecer un tema oscuro. La significación de esta conexión deriva de la centralidad de la IyD en la economía global, la insularidad de las decisiones al respecto y las ilusiones acerca de las consecuencias del sistema de investigación para la vida cotidiana de la gente, que son elaboradas por sus promotores (Worthington, 2007).

A esta altura en que el sistema de investigación se ha convertido en una baraja comodín para los gobiernos, con mayor o menor éxito en la competición económica

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global, se observa una nueva oleada de trabajos sobre la relación universidad/sociedad. En respuesta a una crisis mundial sostenida de las ganancias que se hizo evidente por primera vez a finales de los años sesenta se instituyeron políticas para dirigir la IyD hacia objetivos comerciales desde los ochenta. En unas pocas décadas se produjo una profunda comercialización y concentración de la producción del conocimiento. Se consagró la fórmula de la vinculación de la universidad con la empresa como la vía idónea y expedita para lograr la modernización productiva y la competitividad también en países de la región. Sólo que la realidad productiva y el contexto de financiación, comercialización, regulación y consumo constituyó un problema más complejo que la mera vinculación universidad-empresa. En el discurso oficial se hizo frecuente la mención y los instrumentos que buscaban incentivar esa vinculación y hasta la fecha ésta es una preocupación central de los gobiernos cuando piensan en Ciencia-Tecnología-Innovación. Se definieron fondos especiales, incentivos, mecanismos, con resultados que quedan todavía muy atrás de las expectativas. (Mercado, 2005)

Simultáneamente se ha venido intensificando una forma de concebir los resultados de la investigación científica, en términos de productos publicables en revistas internacionales, posiblemente en inglés, en revistas con elevado factor de impacto, buscando dar visibilidad a la capacidad científica nacional como indicador de potencial tecnológico y competitividad en un mundo que se articula de maneras asimétricas. Con esto se espera también favorecer el desarrollo tecnológico, si bien los instrumentos de incentivos, reducidos o concentrados en la publicación en revistas internacionales indexadas se han quedado a mitad camino por cuanto no valorizan en la práctica las acciones que se hagan desde la universidad en relación con el aparato productivo y otras áreas de servicios.

Por otra parte, ha cobrado fuerza un desafío a la democracia liberal desde un viejo sector diferente al industrial en el cual el estado moderno está embebido. Se trata del sector sociocultural periférico, en el cual varias minorías (raciales, étnicas, sexuales, e incluso regionales) cuestionan los arreglos socioculturales institucionalizados de las sociedades modernas. Este otro lado de la sociedad, el comunal/comunitario, es una esfera de costumbres cotidianas, de patrones informales de socialización, de valores y modos de expresión de base que son específicos a grupos dados. Contrariamente a imágenes anteriores de su cultura como un patrimonio inmutable transferido de generación en generación, lo comunal es actualmente reconocido como siendo tan dinámico, si no más, que la esfera pública. Frente al dominio creciente de la visión del sistema de investigación orientado a la producción industrial y de servicios, los investigadores que se concentran en otros campos del conocimiento, y entre otros, los interesados en lo comunitario, al plantear la exploración

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de otras áreas, problemas y fenómenos que buscan la democratización del conocimiento y la rendición social de cuentas desafían implícita y a menudo explícitamente la agenda mercantilizada. Hay programas y centros creados con una vocación de investigación volcada a esos problemas y sujetos, que chocan con la estructura de evaluación y de incentivo tanto de la Universidad como del sistema nacional de investigación y desarrollo.

A su favor, estos investigadores cuentan con el hecho de que los riesgos y el daño que ya experimenta el mundo biofísico y social vuelven a la ciencia más tangible, urgente y abierta al cuestionamiento. Sin embargo, esta preocupación acerca de consecuencias indeseadas de investigación y su impacto sobre poblaciones vulnerables o por elevar la base de autosustentación de algunos de esos grupos está muy lejos de ser un insumo significativo en los objetivos y operaciones de la misma. Los esfuerzos para guiar la ciencia y la tecnología hacia fines democráticamente decididos suelen ser consignados a la condición endémica de ser demasiado escasos y débiles y de darse demasiado tarde, mientras prevalece la ciencia-mercancía del enfoque clásico de la innovación.

Sin embargo, hay toda una historia de teorías y prácticas relacionadas con lo local/comunitario/privado, tales como la investigación acción participativa (Fals Borda 1970,1973, 1978; Checkland, 1981; Checkland y Howell, 1998; Checkland y Poulter, 2006; Gaventa, 1982; Freire y Fagundez, 1989; Salazar, 1992), la sociología de la acción (Touraine, 1981, 2000), la red de los science shops (Worthington 2007), la investigación de base comunitaria (Chambers, 1983; Caswill y Shove, 2000a y 2000b), la ciencia postnormal (Funtowicz y Ravetz 2000), los estudios sobre la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad (Weingart y Stehr 2000, Thompson-Klein 2004, Maasen, Lengwiller y Guggenheim, 2006; Guggenheim 2006), la ciencia para la sostenibilidad (Kates, 2010; Kates y colaboradores, 2001; Clark, 1990); la articulación o diálogo de saberes (Gallopin y Vessuri 2006). En conjunto estos enfoques teóricos y prácticas muestran que la ciencia evoluciona en la medida en que es capaz de responder a los principales desafíos de cada época. Los varios enfoques son intentos de respuesta a esos desafíos y...

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